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Ni siquiera en el apacible suelo del valle central de Chile, es posible construir sin una preparación, un cuidado con él escurrimiento de las aguas o la calidad del suelo para fundar una vivienda. Mucho más resguardos aún habrá que tomar en la pendiente de los cerros de Valparaíso, donde el agua erosiona la tierra, donde el viento que sopla violentamente levanta techos y planchas que vuelan haciendo peligrar las vidas, adonde los terremotos no solo afectan a las obras del hombre sino también a la estabilidad de la topografía, donde el fuego se desata avanzando de loma en loma arbitrario y demoledor
Velasco, Lawner, Vargas, Rubio
Valparaíso siempre fue depositario de esa arrogancia de la pobreza. Y se reconoce en él un habitar heroico, no es una vida muelle y cada cierto tiempo el puerto cobra esa osadía con destrucción.
Por qué insistir en esa difícil habitación,? Porque no hay suficiente trabajo en Valparaíso, porque la pobreza no ofrece otra solución, porque no hay voluntad de alejarse del puerto, porque la familia vive allí y cerca de ellos la vida es posible, porque también desde allí arriba se puede ver el mundo entero.
Pero, es legítimo habitar allí.?
Si, sin duda es legítimo
Pero, es legítimo exigir del estado o del bien común de todos los ciudadanos que les sea habilitado ese lugar para vivir con seguridad y dignidad?
Es justo pedir que la ciudad extienda el agua potable, el alcantarillado y el pavimento,? pero también las calles de fuerte pendiente con importantes movimientos de tierra, terraplenes y muros de contención, importantes obras de evacuación de aguas lluvias tanto en los terrenos públicos como privados? Obras de protección de quebradas, terrazas estabilizadas para la edificación de las viviendas y las obras de equipamiento.
Es la costosa extensión de la ciudad sobre un terreno irregular, de bajo aprovechamiento para constituir un suelo urbano donde instalar algunas pocas viviendas..
Pero, aún así, es legítimo el deseo de vivir en ese lugar?
Si, sin duda lo es.
Valparaíso es dentro de Chile una ciudad especial, valorizada por su geografía, por su historia, por su carácter patrimonial, es un orgullo y una carga, todo en ella fue costoso, su urbanismo se construyo paralelamente con las casas que poblaron los cerros cada ves mas alto, grandes obras y grandes catástrofes la fueron configurando, hoy estamos ante uno de esos momentos, uno también muy especial, se trata del último tramo para que la ciudad conquiste la cumbre y se vincule por el camino de la pólvora como antes lo hizo por el camino de cintura, la calle cañería y la avenida Alemania, es el esfuerzo final para completar el anfiteatro, el paisaje urbano mas bello de nuestro país.
No es solo entonces una ayuda solidaria a los pobladores damnificados por el gigante incendio y los posteriores temporales, es la ciudad que igual que con el tranque MENA o con el terremoto de 1906, se sobrepone a su desgracia y retoma su destino sin el cálculo pequeño del dinero que invertirá y su inmediato retorno social. Ambas voluntades aquí se unen.
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Cuando Valparaíso conquista la cumbre se abren importantes áreas de terreno que pasan de ser un eriazo extramuros a suelos urbanizados, con excelente vinculación con la ciudad y las carreteras que la alimentan, dotados de una vista y orientación de gran valor, solo la plusvalía de esos terrenos alcanza para financiar y justificar el esfuerzo de las obras necesarias de realizar. Así los actuales pobladores afectados y otros nuevos habitantes pueden llegar a estos mismos cerros y en una densidad acorde con la topografía vivir en ellos, abandonando para siempre la pobreza urbana creciente a medida que se encumbra la vida por los cerros mas altos de Valparaíso.
Se requerirá la participación de un estado agente, de los pobladores organizados y de los profesionales capaces de soñar y proyectar una renovación de Valparaíso que descenderá esta vez desde las cumbres encontrándose con la ciudad consolidada que ocupa el plan y las primeras laderas del puerto.
Carece completamente de sentido que los importantes recursos que aportará el estado como también algunos entes privados se utilicen para retrotraer la situación de los pobladores informales del sector alto de Valparaíso al momento anterior al gran incendio del mes de Abril.
Suelo inestable, sensible a las lluvias y a los sismos, sin infraestructura sanitaria, energía eléctrica, equipamiento social, salud, transporte, etc. Todo esto aparte de las viviendas mismas las que ya se encuentran en proceso de reconstrucción o de soluciones de emergencia. Esta infraestructura urbana que tiene un costo muy superior al de las viviendas es capaz de servir adicionalmente a otras voluntades de la ciudad como es la de multiplicar sus accesos, disponer de terrenos de expansión dentro del anfiteatro natural, avanzar en la homogenización de la calidad urbana de todos sus barrios y cerros, proveer de trabajo dentro la ciudad para sus habitantes y también consolidar su territorio urbano.
El estado o el aparato público en cualquiera de sus formas, el que en definitiva administra el bien común, deberá participar como facilitador de los proyectos y obras a realizar, los profesionales aportarán su capacidad técnica e imaginativa pero son los pobladores quienes deberán guiar este proceso.
Pero, están capacitados los pobladores para esta faena?
Administrativamente, financieramente y técnicamente, sin duda, no están capacitados, solo lo están en cuanto ciudadanos con plenos derechos para incidir en el destino y la forma que deberá adquirir la ciudad que habitan.
No se trata de la ciudad que “queremos” o que ellos “quieren”, no se trata de la ciudad imaginada en que se cumplen posiblemente sus mas sentidas aspiraciones. Sino en que ellos reconozcan sus formas de vida, la que llevan y han llevado con sus valores y voluntades, afincados en ese mismo lugar para que ese conocimiento y sabiduría sea aportado a la forma que adoptará ese trozo de ciudad, diferente al cerro de al lado porque son otras personas, otras historias y otro suelo. En esta materia la autoridad de los pobladores los capacita para conducir este proceso de urbanización, el de ellos, el de su cerro y también a abrir su suelo para nuevos habitantes, una invitación a completar el poblamiento de Valparaíso.
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(El anhelo es la recuperación de lo que creemos propio, tenemos la certeza de un bien perdido, quizá nunca lo tuvimos pero creemos que está en nosotros, en nuestra forma de vida, en nuestra cultura.
No es el deseo vehemente de ser diferentes, de lo nuevo, de una imaginación ni de un capricho.
Con ese anhelo podemos trabajar en urbanismo.)
Este articulo fue escrito luego de la visita a terreno realizada por Cornelia Vargas, Miguel Lawner, Patricia Rubio y Joaquin Velasco a los diversos puntos, en los que integrantes del proyecto Minka, desarrollaron iniciativas de contención e instalación de dinámicas orientadas a potenciar la cohesión social de los vecinos, y la auto construcción mediante nociones de sustentabilidad en las zonas afectadas por el mega incendio de abril del 2014 en Valparaiso.